Nosotros los mexicanos somos propensos a coloquialismos, diminutivos y expresiones adaptadas. Apropiamos (y re-apropiamos) nuestro lenguaje del mismo modo que abordamos cualquier tema: de forma práctica, ingenua y con un verdadero sentimiento inventivo, sorpresivo y de exploración.
La toba, uno de los materiales de construcción más comunes en México, no es ninguna excepción a esto. Para nosotros es simplemente conocida como cantera y de cierta forma aquí es donde comienzan las complicaciones. Cantera es en realidad sinónimo con el lugar de abstracción de esta –y cualquier– piedra. En este no-nombre comenzamos a ver una interesante visualización de su compleja y fragmentada composición.
Rosa, blanca, café o verde, la toba/cantera es encontrada fácilmente en la franja transvolcánica de México y ha sido uno de los materiales preferidos para la arquitectura y la ornamentación desde tiempos prehispánicos y más tarde en épocas coloniales gracias a su maleabilidad y disponibilidad. Cuenta la historia material de una nación y sus tiempos en evolución e identidades culturales. Es tan reconociblemente mexicana que se continua utilizando a la fecha –en proporciones grandes y pequeñas– como sello de nuestra identidad. Desde edificios públicos monumentales a casas privadas y sencillas decoraciones, como un arco o una fuente, su uso es muchas veces un resultado de la practicad pero también es claramente estético.
Sin embargo, la verdadera substancia de la toba/cantera se puede encontrar en sus orígenes volcánicos, conformada principalmente por ceniza volcánica depositada y litificada después de una erupción y convirtiéndose en roca solida junto con otros materiales como rocas, metales y minerales. Es visualmente porosa y compuesta de distintas piezas con diversas tonalidades que parecen ser presurizadas y moldeadas en una entidad solida. Por esto, interesantemente, la toba/cantera puede bien ser una representación metafórica de México, la mexicanidad y su gente. Una amalgama brutal de cultura y tradiciones, formada a presión causando explosiones y manifestaciones culturales, transformada en algo –aunque herido– bello y práctico.
Uno podría bien decir que la toba/cantera es una representación física de nuestra fibra social Mexicana. La toba/cantera es México y por lo tanto, nosotros, Mexicanos, somos esta piedra sin nombre.